Y pensar que todo empezó como un juego. Como algo que nunca iba a llenarme tanto como la irónica sensación de volar. Todo comenzó un día bonito, con sol, el calor hacía que los pantalones parecieran demasiado ajustados y la camiseta muy estrecha. El pelo suelto, que te viesen guapa ¿Calor? Já. Antes muerta que sencilla. Maquillaje perfecto, naturalidad y espontaneidad en cada gesto.
Ahí estabas tú, jugando, riendo, haciendo bromas, gastandolas y recibiendolas.Y ahí estaba yo, sentada sin moverme, quieta por la respiración. Evidentemente los pitillos ajustados no eran los míos, ni tampoco el pelo suelto. A mi me iba mas las calzonas de tío, de esas anchas que te quedan grande, y la camiseta de deporte sucia de caerte, llena de sudor. Despeinada. La gomilla era poca gomilla, todo hay que decirlo.
Y sin embargo, fíjate tú como han cambiado las tornas. Yo evolucioné. Tu no. Ni ella.
Puede, y solo puede, que a día de hoy tenga que daros las gracias, por haberme hecho ser quien soy.
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