martes, 13 de octubre de 2015

Abrió con las manos temblorosas. No sabía porqué razón. La casa estaba oscura y vacía. Olga encendió una luz. No se acordaba de lo que pesaba la mochila hasta que la dejó en el suelo. "mierda, los apuntes" pensó. Comenzó a vaciar la mochila para tenderla en la terraza hasta que se secase.

Se quitó los zapatos y los calcetines y siguió haciendo cosas, encendiendo luces y cerrando puertas mientras luchaba por no resbalarse descalza con los pies algo mojados. No pudo acostarse. se dio una larga ducha en la que no pudo evitar darle vueltas y mas vueltas al día que se estaba terminando. Nunca habría imaginado esa ciudad así.

Cuando salió de la ducha era la 1 y media. Y tenía clase al día siguiente, sin embargo había algo dentro que no la dejaba dormir. Había algo que le impedía descansar. Salió de la cama maldiciéndose por no tener una alfombra que la protegiese del frío invierno. Y aun no estaban en invierno.

Cogió un folio y por detrás de los primeros apuntes de derecho comenzó a pintar, con un bolígrafo azul, se dejó llevar. De sus manos salieron
otras manos, y una nariz, una boca y unos ojos hermosos. Cuando se apartó para ver lo que había quedado lo descubrió a él.

Había pintado al chico del que se acababa de despedir. Era guapo, muy guapo. Dejó el folio en la mesilla y se tumbó en la cama. Posiblemente jamás viera a ese chico. Solo tenía un dibujo, una botella de larios en el armario y soledad. Muchísima soledad.

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