jueves, 18 de febrero de 2016

Era(mos)


Nunca supo cuanto significó para ella la luna azul capturada entre suspiros. Ni cómo hubiera deseado que esa carta jamás hubiera llegado a su destino. La distancia no los haría fuertes, los rompería. No podían amarse si no tenían los dedos entrelazados. Les costaba no respirar el aire del mismo milímetro cuadrado, imaginaos el de otro continente. Imaginaos sin compartir cama. 

Intentad imaginarlo a él sin despertarla con un beso en la frente, o a ella sin hacerle el café mientras estaba en la ducha. Intentad distinguirlos entre toda la población que camina muerta en vida, una vez que estuvieran el uno sin el otro. 
Ambos sabían que debían romperse para darles a terceros la oportunidad de reconstruirlos. Porque así sabrían que no se quedarían solos. Que terminarían siendo de aquellos que recogieron sus pedazos, y con besos los pegaron con las lagrimas que les harían soltar mediante carcajadas. 
Y eso, eso señoras y señores, era lo único que aquella noche los consolaba.

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