jueves, 21 de enero de 2016
Y mañana será otro día, depende del cristal con el que miras, todo es horrible o terriblemente bello.
Es curioso cuando las personas son como carreteras, cuando las tienes totalmente estudiadas y sabes por donde cogerlas, y sin embargo, esas personas no tienen ni idea de ti. Para ellas tu eres un coche más, que pasa por su vida y no es identificado.
Pero lo mejor es cuando decides aparcar el coche y sentarte a hablar con la autopista. Cuando te sientas y le haces saber que tienes toda esa información de si mismo porque, por un lado u otro, te la ha dado sin darse cuenta. Porque pensaba que estaba dando gritos sin que nadie escuchase. Por eso mismo tu ríes. Tienes que reir. Es todo tan gracioso.
Que incluso da pena. Y te sientes mal por entrometerte en la vida de esa persona en la que todo el mundo está pasando de largo y en la que tu decides irrumpir sin saber si quieres quedarte.
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