domingo, 24 de enero de 2016

"Los hombres rara vez tienen el valor suficiente para ser o extremadamente buenos o extremadamente malos"

Creo que sería mas fácil si los jueces fueran niños. Niños felices y sanos que se creen héroes, que viven por y para los finales felices. Ellos sabrían administrar justicia de esa forma tan natural como solo ellos saben hacer. Irían con la verdad por delante y nadie podría nunca negar un argumento a no ser que fuera con maldad. Benditos enanos que nos enseñan tanto de nosotros mismos... ellos son los verdaderos salvadores del mundo. 

Por eso todo el mundo, cuando se da cuenta de la misera en la que vivimos, cuando conoce lo ruin que puede ser un ser humano, añora su niñez. Añora su infancia. Esa época en la que sabían, estaban totalmente seguros de poder cambiar el mundo, de poder hacer cada cosa buena que se les metiera entre ceja y ceja. 

En su mundo saben que el bien siempre triunfa, que los héroes ganan y los villanos pierden. Mejor aun, saben y están totalmente convencidos de que los villanos pueden cambiar y convertirse en bueno, con tantas oportunidades como sean necesarias. Hacen magia. Una magia que nos obligamos  a abandonar por el camino cuando somos adolescentes y solo algunos privilegiados conservan. 

Estos privilegiados son tachados de locos, de enfermos, de ridículos. Locos que defendían que solo dos oportunidades son pocas. Y que un día sin soñar lo veían como un día perdido. 

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