Vamos a generalizar erróneamente: cuando eres pequeña buscas un príncipe azul, y ellos una moto grande. Luego hay una época en la que ellos desean acercarse, y lo hacen torpemente, a las princesas que los rodean pero ellas buscan la moto.
Tras eso, y no digo siempre, llega un momento en el que te da igual la moto, no quieres al príncipe. Buscas vida real. No quieres cuentos de hadas falsos. Ni promesas de viajes a la luna, mucho menos que te la bajen, la luna está bonita donde está. "Déjala quieta, no la muevas, que la despiertas"
Aprendes que todo gusta mas cuando te sorprende. Que juzgas mucho y sabes poco de vivir, de la verdad y de lo que quieres hacer contigo mismo.
Entonces llega alguien con sus mas y sus menos y caemos en el insalvable error de idealizarlo. ¿Para qué? ¿Acaso hay algo mas bello que un ser humano diferente a nosotros?
Pese a que muchos podemos contestar a eso que sí seguimos negandolo y frustrandonos cuando la persona que acabamos de conocer, que estamos conociendo y con la que hemos idealizado una relación perfecta no lo es. Eso es lo normal! Coño, raro sería, y deberíamos de asustarnos si la persona que tenemos en frente nos complace en todo porque significaría que esta mintiendo para agradarnos o que no tiene personalidad y en ambos casos nos decepcionaría igualmente.
¿Pero qué es lo que realmente queremos? ¿Y porqué no lo tenemos en mente continuamente? ¿Qué es lo que nos hace confiar de esa voz interior que dice "esta no es la persona adecuada" no es "él o ella" que buscamos?
Si esto lo dijera tu amiga del alma no lo escucharías, pasarías de ella con una sonrisa, porque tú estás convencido de lo tuyo, de lo que quieres, de hacia donde vas. Y luego te crees equivocada y acudes a ella para un "te lo dije" que si de verdad es tu AMIGA DEL ALMA nunca te dirá.
Podría dejar de describirme, y de descubrirme aquí pero... no hay mayor satisfacción que la de encontrarse sin haberse buscado.
Os animo a darle esa oportunidad al imperfecto, o la imperfecta. Quizás la perfección sea simplemente un sentimiento que tienes que estar predispuesto a sentir. O quizás no.
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