Serían las diez de la noche cuando saltó la chispa. A eso de las doce, habían caído cuatro rondas de chupitos de tequila, cervezas y todas las monedas de mi cartera.
En ese momento me di la vuelta y estaba una de mis musas, hablar con personas que crees que ni te conocen pero sin embargo se acuerdan de ti mejor que tu misma, que te cuenten parte de su historia y sentirla tuya...
Cuando de repente, sin saber como estás en un bar, lleno de gente, agarrada a esa persona con la que hace varios meses te sentías extraña...
Y tus ojos azules te persiguen pero tu en ese momento estás ocupada con otros ojos, unos ojos pardos.
Y ahí estalla todo, los fuegos artificiales más hermosos pasan por delante de tus narices y te sientes inmortal, y en ese momento te da igual todo, solo quieres que esa noche sea eterna y que te repita que quiere dormir entre tus piernas una y otra vez.
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