Estar con nuestros mayores es mejor que cualquier clase de ética que puedas echarte en cara. Relacionarnos con un anciano es una experiencia tan buena... Sobre todo si son nuestros abuelos. Porque en cualquier momento aprovecharan para darte una de esas frases que tú correrás a poner en twitter. O porque sin saberlo si quiera, estarán dándole soluciones a nuestros problemas que creíamos perdidos. Ellos ya los tuvieron, ya pasaron por el primer amor, ya pasaron por engaños, mentiras y decepciones, la alegría los inundó y la tristeza, no, la tristeza intentó hundirlos con poco éxito. Así que, si puedes, aprovecha estas tardes de domingo lluvioso para ir a casa de un ser querido mayor, vete a casa de tus abuelos y escúchales aprende de ellos. Porque cada minuto con una persona octogenaria son diez años de vida que te llevas, y muchos más que les regalas a ellos.
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