No pierdas esa serenidad regada de lagrimas secretas
ese placer por tu placer
esa sonrisa tendida a los demás
como una mano.
No permitas que la vida te haga otra,
menos atenta a los atardeceres,
contable de favores,
coleccionista de migas,
madrugadora para nada.
Que pase el tiempo pero no tus ganas.
Que nada te frene las caderas,
que sigas queriendo como quieres querer,
con esa plenitud de luna en celo
con la furia feliz de las mareas.
Que los años te acaricien como yo,
torpes y enamorados,
que nada ni nadie te convenza
de que vivir de verdad es vivir equivocada.
No vendas ese coraje sin puñales,
ese paso de baile con tu sangre,
esa magia de mujer hecha estrellas
ese cariño cotidiano por los tuyos
que va pariendo eternidades.
No dejes de mover el mundo
como mueves las manos cuando hablas...
A cachos; Carlos Salem.
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