jueves, 22 de noviembre de 2018

Me sigo quedando conmigo.

Es sorprendente como hay personas que, por un simple mensaje, son capaces de saber que no estás bien, que necesitas ayuda y que te da vergüenza pedirla. Personas que notan, ya no por una pantalla, sino en el corazón que algo falla, y son capaces de quitarse el pijama calentito y salir a la calle por ti. Porque saben que, en ese momento, lo necesitas.

¿Qué estás haciendo? 

Y ya son conscientes de que en esas tres palabras se albergan un montón de sentimientos que se debaten por salir en torrente o no. 

Hay un personaje de mi serie preferida que es adicta. Y en uno de los capitulo habla de porque en la mayoría de las ocasiones es un manojo de nervios a punto de estallar, porqué habla y habla sin cesar, aun a costa de parecer ridícula, explica que le cuesta trabajo incluso coquetear en un bar, y es porque la droga lo hacía todo por ella.  La sensación de poder que le daba. De falsa sensación de seguridad dominaba su vida. 

Me sorprendió caer en la cuenta de todo lo que ocultan nuestros vicios. En algunos casos se trata de una personalidad exuberante, como la de un niño. Sin filtros. Con una copa te mantienes serena. Un cigarro te da tranquilidad, una pastilla te mantiene de humor para trabajar 10 horas seguidas en cualquier bar... 

Volviendo a lo que nos concierne... allí estábamos las dos, ella en pijama de unicornios y yo comiendo chucherías de azúcar de las que nunca como porque no me gustan. 

- ¿Crees que somos cíclicos? 
+ ¿Por qué? 
- El año pasado por estas fechas mi humor estaba muy similar al de ahora. 
+¿Cómo lo sabes? ¿Te acuerdas? 
- No, lo miré en mi diario. 
+ Entonces ya sabes dónde seguir mirando para ver cómo lo solucionaste. 

Dice Albert Espinosa (sí, me ha dado una época en la que estoy bebiendo de sus letras como si fuera agua en el desierto) que tenemos que hacer caso a nuestro yo mas antiguo. Él tomaba las decisiones con toda la información que disponía, se arriesgaba pese a no conocer las respuestas. Hay que dialogar con él, amar las decisiones que tomó, porque es quien nos ha llevado a ser lo que hoy somos. Hay que perdonarlo y decirle... me sigo quedando contigo. 



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