Volví a subir la música, unos decibelios más, necesitaba un poco más.
- Hola.
- Hola. - respondí seca a la sonrisa, le miré a los ojos y tuve que bajarlos azorada. Me ardía la cara.
- Te has pasado en las mejillas.
- ¿Qué? - Me volví y lo enfrenté.
Él dio dos pasos hacia mí, nuestras caras estaban muy cerca, demasiado, mi respiración ya estaba lo suficientemente entrecortada como para que subiese las manos a ambos lados de mi rostro y me acariciase suavemente. "Me gustaba el contacto con su piel" admitió mi entrepierna. En ese momento, volví a conectar nuestras miradas y sentí un escalofrío desde la nuca que se perdió al final de mi columna vertebral.
Lo sentía dentro de mi. Tan profundo. En ese momento había penetrado mi alma violándola con sus ojos. Pero me dejó ir.
A lo que no me había acostumbrado de esa casa era a tener a ese chico, que había salido del baño llevándose parte de mi consigo, andando por ahí.
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