miércoles, 20 de noviembre de 2013

Como ese dedal que Peter nunca quiso.

Como rezaba aquella antigua canción, la mita de lo que hemos vivido hace más ruido que el ruido de un cañón. 
¡Que te quiero imbécil! 

No sé en que idioma gritártelo para que me escuches, si me tienes contigo siempre, incluso cuando no estoy físicamente. Me encanta verte reir, y saber que he sido yo la que lo he hecho. Me encanta mirarte. ¿Cómo no? No me gusta que me mires. ¿Cómo puedes turbarme de esta manera? Tu mano en mi boca, acariciándola.  Déjame quererte
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