Siempre nos han exigido mucho. Todos, la sociedad, nosotros mismos, nuestras familias... Se una buena persona, saca buenas notas, estudia una buena carrera, ten una buena imagen, se cortés, se buena pareja, se buena hija, se buena madre, se buena mujer, se buen hombre, se buen padre, se un buen trabajador o trabajadora. Compórtate. Esfuérzate. Ten un buen cuerpo, come sano, se vegano, pero adaptate. Tienes que saber estar, saber hablar, decir, pensar. Comunícate en varios idiomas, uno no es suficiente. Estudia más. Tienes que ser el mejor de tu equipo, grupo o promoción.
Y cuando no cumplimos esas expectativas, cuando los problemas físicos nos asolan y decidimos dejarnos respirar y comenzar a ser felices, aparece una vocecita en nuestro interior que nos dice algo así como... ya claro, es mas fácil engañarte que esforzarte un poco más. Y ahí comienza el circulo vicioso de nuevo, hasta que mueres. Y entonces ya no podrás ser buena persona, sacar buenas notas, estudiar una buena carrera, encontrar un buen trabajo donde ganes mucho dinero y estés pocas horas, no podrás tener una bunea imagen ni ser cortés... porque estarás muerto. Y sabes a quien van a importarle todas esas cosas que te exigían ellos y tu... ¿? A nadie. Porque la vida, no va de eso.
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