lunes, 9 de noviembre de 2015

Por qué me gustan los lunes.

Llevas a tus espaldas la primera semana de noviembre del 2015, ¿Qué has hecho de productivo en ella? ¿Has cambiado tu vida? Tú que siempre te quejas de la monotonía de la vida. ¿La has roto? Que estás indignado por la falta de valores de nuestra sociedad, ¿luchas por ellos? ¿tratas con personas? ¿compartes tus ideas? Tú que te sientes vacío, ¿has probado a escuchar lo que tienes dentro y no sabes? ¿Has probado a empezar a llenarte? Tu, inconformista de la vida, ¿has probado a dejar de ser tan exigente y darte cuenta de que tu vida depende solamente de ti?

¿Sois capaces de frenar en seco? 


Por eso me gustan los lunes, me gustan la perspectiva que ofrecen, son como el día 1 de enero y, con suerte, sin resaca. Son días en los que puedes organizar la semana, días en los que puedes marcarte objetivos. Son días bonitos. Nos empeñamos en odiar los domingos, odiar los lunes, nos empeñamos en odiar todo aquello que no sea un viernes o sábado noche. ¿Realmente nuestras vidas han comenzado a reducirse a eso?

El problema es el sentimiento de culpabilidad que nos inculcan, como al adolescente que lleva demasiado tiempo encerrado en casa y no lo dejan salir hasta la mayoría de edad. Al igual que ese adolescente se revelará y perderá el norte (al menos un tiempo) nosotros también vamos a acabar por hacer eso.

Todo el mundo nos ha inculcado que la diversión consiste en un viernes o sábado por la noche, pero... y lo bien que sienta, terminar un examen el martes, que has estado estudiando un viernes o un sábado por la noche, y atreverte a desafiar tu responsabilidad tomándote algo con tus amigos. ¿De verdad eso es tan malo?

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