Y de repente veía.
Tenía abierto ante mí el camino que había elegido.
Y sonaba a chiste.
Parecía una canción antigua tocada por una varita mágica.
¿Es posible sentirte demasiado expuesta?
Cuál será la barrera que te hace pasar de la comodidad a la vergüenza.
No puedes tocarme.
No puedo tenerte.
Si hubiera sido Daniela quizás podría echarle cara, pero ni eso amiga mía.
No llegaríamos a saber nunca el alcance que tuvimos uno en la vida del otro.
Ni porqué nos fuimos.
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