miércoles, 12 de junio de 2019

Te lo prometo.

Esa primera noche que pasé sin ti, tuve que sacar la manta del armario. Era junio y el frío se había instalado en mis huesos. Tanto que no podía sentir calor. No podía sentir casi nada. La coraza que se extendió sobre mi piel no solo me protegía a mi de los impactos que tus miradas de hastío provocaban en mis trincheras... esa coraza protegía al mundo de mi rabia. De mi impotencia. De mis ganas de incendiarlo todo.

Ojalá hubiera sabido usar ese fuego para calentar lo que dejaste de mi esa noche. Maltrecha y hundida. Teniendo, de nuevo, que recomponerme. Me has trasladado a una época de mi misma que no quiero recordar. Aquella época donde todo lo permitía, donde ofrecía mi espalda de  asiento, mi lengua de trapo para limpiar unos zapatos que amenazantes oprimían mi garganta con cuero fino y caro.

Me has recordado a una persona que me juré no volver a ser nunca mas. Has cerrado mis puertas a cal y canto. Ciudad sitiada pero aun no vencida. Me levantaré, cuando todo esto acabe, me miraré al espejo, libre ya de la manta que me protege y me sofoca a partes iguales. Y sonreiré al encontrarme invicta de nuevo.

He sobrevivido a mi. No vas a matarme tu.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuidarte también es proclamar que no puedes.

 No puedo sola.  Esto es demasiado complicado.  Necesito ayuda.  Qué buen día para estar orgullosa de todo el progreso que he hecho.  ¿Qué e...