El padre de Jaime le obligaba,desde niño, a darle besos a su tía. Incluso cuando ella se portaba mal con él, se quejaba de que hacía ruido por querer jugar con sus coches, o afirmaba que "al niño le faltaban dos mareas" cuando se quedaba mirando ensimismado el brillo de las copas de la mesa en Navidad durante la cena. Le molestaba su risa, demasiado estruendosa según ella, y su imaginación que lo llevaba mas de una vez a chocarse con algún mueble que no tenía cabida en sus realidades mágicas. Jaime sabía que su tía no lo quería, ni él la quería a ella. Pero su padre le obligaba religiosamente a darle un beso y a contestar a los vacíos "te quiero" con un "y yo".
Elena notaba que su tío, cuando no estaban sus padres, la miraba raro, se acercaba mucho a su cara y se quejaba si no se sentaba en sus rodillas y le decía que era su preferido. Y cuando una vez fue a quejarse a su madre, ella le dijo que eran imaginaciones suyas, que no fuera maleducada. Que era de la familia y seguro que hacia esas cosas porque la quería mucho. Que lo estaba malinterpretando todo. Que a la familia hay que quererla.
Como esos nombres hay muchos, incluso la que escribe tiene algunas historias que piensa dejar en la memoria, pero que me llevan a ser consciente del agobio al que sometemos a los niños para "quedar bien" con la "familia". Sin darnos cuenta de que la idea medieval de la familia que corresponde a los lazos de sangre quizás esté un poco mal enfocada. Muchas veces, dentro de las personas con las que estamos relacionados consanguineamente hay gente a la que no podemos considerar nuestra familia. Gente mala. Gente que nos hace daño. Incluso queriendo. Me resisto a pensar que eso es familia.
Familia es de quien te acuerdas cuando no puedes dormir. Son las personas que te vienen a la cabeza cuando te pasa algo bueno que te hace feliz y quieres compartir la dicha. Son las personas por las que, cuando las ves por sorpresa, se te acelera el pulso y tu corazón comienza a latir como diciendo ¡eh, ahí está parte de mí! y sabes que se trata del corazón del de enfrente.
Familia es aquella que te ama. A la que amas. Sin exigencias ni miedos, sin rencores ni pasados. Familia es quien está aquí ahora, en este momento de tu vida. Los que se fueron, atrás quedaron, los que no te quisieron ya no importan y los que te hacen sentir mal, déjalos marchar. Porque la familia es la que te cuida cuando tu misma no puedes levantarte de la cama, ya sea porque tu cuerpo no te deja, ya sea porque es tu alma la que pesa. La que mataría por ti. Por las que irías a la cárcel. La familia no te impone un amor que no quieres recibir. Ni te obliga a dar besos o abrazos cuando no te salen.
Y obligar a los niños, a los jóvenes o incluso a los adultos a tratar como familia a extraños a los que no sienten así simplemente porque se encuentran ligados a ellos por un azar de la genetica es mezquino. Y no debería dejarnos dormir con la conciencia tranquila hacer algo así. Porque el amor no se fuerza. El amor no se controla, ni se domina. El amor es. Fluye como lo hace un torrente.
"No se puede frenar un rayo". Ni tampoco obligar a alguien a llamar a nadie papá.
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