lunes, 1 de enero de 2018

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Ayer di un pasito mas en la conquista de todos mis pronombres.


Hace no mucho tiempo un libro me invitaba a "sentarme con dignidad". Os invito a que hagáis el experimento vosotros también. Siéntate, ahora mismo, con dignidad. 

"Cuando en los cursos de meditación que doy, utilizo la palabra DIGNIDAD (como cuando digo: <siéntate de un modo que encarne dignidad>), todos los presentes modifican su postura para sentarse mas erguidos. Pero no se ponen rígidos. Las caras se relajan, los hombros caen, la cabeza, el cuello y la espalda se alinean fácilmente. A veces la gente tiende a sentarse mas adelante, a separarse del respaldo de la silla, de manera mas autónoma. De forma instantánea, todo el mundo parece conocer esa sensación interna de dignidad y sabe como encarnarla"

¿Os ha pasado a vosotros también? 



Ayer me obligué, en muchas ocasiones, erguirme con dignidad. Me atreví  a vestir un top corto, que normalmente uso con pantalones de tiro alto, y sin embargo anoche, me los puse con unos mas bajos. Dejé la cintura y la barriga al aire, enemigas en mis propias carnes, tantas vez odiadas y repudiadas en mi, os pido perdón. 

Anoche me obligué a mostrar algo de lo que me había avergonzado toda mi vida sin querer. Sin elegirlo. Porque mi barriga no es normativa. No es plana, no es perfecta. Porque mi cintura no es exactamente igual que las que estamos acostumbradas a ver en todos los medios de comunicación. Pero no por eso, señoras y señores, dejo de ser digna. No por eso he de renunciar a mi. Y anoche no lo hice. Anoche vestí como quise. Con lo que me apeteció. Muchos conocidos comentaron acerca de mi aspecto, sin maldad, sin darse cuenta de que estaban jugando con algo frágil. 
Por suerte fui capaz de sostener esa fragilidad y sacarla del pub intacta a las 7 am. 

No os voy a mentir, en un momento de la noche me justifiqué, flaqueé. "Me consuela pensar, que hay otra muchacha por ahí enseñando mas que yo, y está mas rellenita que yo" Y luego enseguida me di cuenta de que el camino no era ese. No te compares. No las compares contigo, no son el enemigo. Son tuyas. Cada mujer en la fiesta de anoche compartían conmigo la inseguridad, miedos, rechazo de la opinión publica, rechazos a sus propios cuerpos, rabia por tener este o aquel defecto que las alejaba de lo que se pide de una mujer en la sociedad. Perfección silenciosa y obediente.

Hoy, primer día del 2018 cuando me he despertado me he pedido perdón, por esconderme, por pensar que no soy válida, por querer ser de alguna forma determinada para gustar a un alguien determinado. Y creo que he dado un pequeño paso, en el que tendré que reafirmarme muchas veces, para conquistar todos mis pronombres. 


"Quizás lo único que necesitamos es que de vez en cuando nos recuerden que ya somos dignos, merecedores y valiosos. En ocasiones, no sentimos que eso sea así, a causa de las heridas y cicatrices del pasado o la incertidumbre del futuro. Dudo que hayamos llegado a sentirnos indignos nosotros solos. Nos ayudaron a sentirnos poco valiosos. Nos lo enseñaron de mil y una maneras cuando eramos niños, y aprendimos bien la lección"


Y ahora nos toca desaprender. 

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