jueves, 25 de enero de 2018

¿Nos tratamos bien porque nos queremos? ¿O nos queremos porque nos tratamos bien?

Últimamente me resulta muy complicado congeniar con la gente. No se si es una fase, o que me estoy desencantando con la sociedad. No se si es que las personas que me rodean no me atraen, o está el problema dentro de mi. Que no soy capaz de hacer que me resulten atractivas.

Pierdo el tiempo observando y escuchando lo que sale por la boca de otras personas para darme cuenta de que eso no me hace bien. Y cuando de repente encuentro a alguien con quien no tengo esa sensación, me parece asombroso y me maravillo de que aun exista gente con la que tu alma congenia. Como si estuviéramos predeterminados.

Y cuando de ellos nace la chispa, eres feliz.

martes, 16 de enero de 2018

Las cobayas también van al cielo.

Cuando tenía 8/9 años, quería tener una mascota.
Estábamos en la playa y todo el mundo sacaba a sus perros constantemente a pasear, a todas horas.
Por aquel entonces era imposible convencer a mis padres de tener otro animal que no fuéramos mi hermana y yo.
Así que mi prima y yo encontramos unas piedras con forma oval, lisas y claritas. Y con un rotulador permanente las pintamos como si fueran hamster. Le pusimos nombre a las piedras, las sacábamos a pasear en un intento de demostrar que eramos responsables ante nuestros padres. ¿Y por qué no decirlo? Porque nos entreteníamos con eso.
La piedra se me perdió un día en el camino de la playa, y lloré. Fui con mi abuelo a desandar el camino despues de la siesta y noté como le iba creciendo el enfado mientras buscaba en el camino de piedras una que fuese la mía, con la esperanza de no volver a casa sin nada.
Estuve llorando toda la tarde. Para mi esa piedra era mi mascota. Y la había perdido. Ya no estaba.

Hoy mamá me ha traído a mi mascota, real, una mascota que se cruzó en nuestras vidas cuando fuimos a la tienda de animales a por un hamster. Una preciosa cobaya blanca y anaranjada, con manchas como si llevara un esmoquin. Un señor.
Mamá miró a los hamster con cara de pocos amigos, miró a la derecha, y vió a Chester. "Cielo, mira, ¿no te gusta algo mas "abrazable"? Y así fue como Chester entró en nuestras vidas. Una pequeña bolita de amor. La cobaya la bautizamos Chesterfield, gracias a una encuesta en un grupo de What´s upp entre unas amigas.

Hoy mamá ha entrado en mi cuarto con Chester en brazos, "nena, creo que le pasa algo, está muy flojito, creo que deberías despedirte de él. Está apagándose como una velita". Y lo he cogido, sentada frente al escritorio, como hace cuatro años se quedaba dormido en el bolsillo de mi sudadera.

Y tenía razón, una hora mas tarde me bajaba del coche en la puerta del veterinario de urgencias con el pequeño Chester, etéreo, en mis brazos.

Después de 4 años, he entendido por qué mama se resistía tanto a tener una mascota que no fuera un pez. A ella se le murió un perro de joven. Y ahora entiendo aquello que quería explicarme. Que duran menos que nosotros, que nos encariñamos, que dan trabajo, que luego da mucha pena, que sufres.

Cuatro años de "cuiiii cuiiii" constantes, de zanahorias, de pimientos, de ir a cortar las uñas del bichito al veterinario, cuatro años de ¿A quien le toca limpiar la jaula esta vez? Cuatro años en el que ha sido la cobaya mas feliz del mundo. Y nosotros hemos tenido a la mejor mascota, tanto que el nombre del grupo de what´s upp de la familia a día de hoy lleva tu nombre.

Muchas gracias Chester, por enseñarnos que no hay nada que no se arregle con comida y que no hay mejor manera de agradecer el cariño que ronroneando. Ahora eres feliz entre muchas cobayitas.
Te quiere, mamá.



domingo, 7 de enero de 2018

Rectificando.



Y cuando te encuentras frente a una pantalla describiendo una conversación absurda entre tus neuronas te das cuenta de que las cosas no tienen por qué ser así.
Te das cuenta de que no estas compitiendo por nada, que no tienes nada que demostrar.
No es necesario aparentar mas edad, no tiene sentido intentar convertirte en alguien que no eres.
No has de cuestionarte todo lo que eres y por lo que has pasado.
Ni preguntarte si serás lo suficientemente buen@ para tu pareja.

Y mucho menos, que te de la pájara de compararte con su ex. Como si las cosas pasaran por casualidad. Como si todo lo vivido fuera tan frágil, mujer de poca fe... ¿Qué es lo que tanto te espanta? Es guapísima, sí, preciosa. Y no es tu enemiga. No estáis compitiendo, no tienes que demostrar nada. Solo quererte, quererlo, disfrutar de los dos.

Pequeña fierecilla con garras, a la que le han enseñado a pelear contra las de su misma especie. Eres una victima mas de todo contra lo que peleas.

miércoles, 3 de enero de 2018

V i c t o r i a !

- ¡¡¡Mamá!!! Qué si, que he aprobado.
- ¿Si? ¡Eso lo sabía yo! ¡Esta era la tuya! 
-  Tal y como me lo ha dicho el examinador me han caído los lagrimones...  después de tanto tiempo. Por fin. 
- Me alegro muchísimo, ahora nos vemos y me cuentas. 

Cuelgas el móvil y respiras. Por fin es tuyo. Aquello por lo que llevabas peleando muchísimo tiempo. Y la sonrisa te inunda la cara, a escalas inimaginables. Y es que en muchas ocasiones las conquistas que mejor saben son en aquellos castillos de los que hemos salido apaleados varias veces. Y cuando piensas que no está para ti. Cuando te resignas a un, posiblemente suspenda de nuevo, tu cuerpo reacciona. Tu brazo se mueve y mete primera. Y tu pie se levanta suavemente del embrague, como si fuera una caricia, las ruedas comienzan a girar. 

Y se acabó. Está hecho. Y entonces recuerdas aquel poema...




No te rindas, aun estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo, 
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, 
liberar el lastre, retomar el vuelo. 

No te rindas que la vida es eso, 
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo, 
correr los escombros y destapar el cielo

No te rindas, por favor no cedas, 
aunque el frío queme, 
aunque el miedo muerda
aunque el sol se esconda y se calle el viento, 
aun hay fuego en tu alma, 
aun hay vida en tus sueños, 
porque la vida es tuya y tuyo tambien el deseo, 
porque lo has querido y porque te quiero. 

Porque existe el vino y el amor, es cierto, 
porque no hay heridas que no cure el tiempo, 
abrir las puertas quitar los cerrojos, 
abandonar las murallas que te protegieron. 

Vivir la vida y aceptar el reto
recuperar la risa, ensayar el canto, 
bajar la guardia y extender las manos
desplegar las alas e intentar de nuevo
celebrar la vida y retomar los cielos,

No te rindas por favor no cedas, 
aunque el frío queme, 
aunque el miedo muerda, 
aunque el sol se ponga y se calle el viento, 
aun hay fuego en tu alma
aun hay vida en tus sueños, 
porque cada día es un comienzo, 
porque esta es la hora y el mejor momento, 
porque no estas sola
porque yo te quiero. 


Mario Benedetti. 






lunes, 1 de enero de 2018

.

Ayer di un pasito mas en la conquista de todos mis pronombres.


Hace no mucho tiempo un libro me invitaba a "sentarme con dignidad". Os invito a que hagáis el experimento vosotros también. Siéntate, ahora mismo, con dignidad. 

"Cuando en los cursos de meditación que doy, utilizo la palabra DIGNIDAD (como cuando digo: <siéntate de un modo que encarne dignidad>), todos los presentes modifican su postura para sentarse mas erguidos. Pero no se ponen rígidos. Las caras se relajan, los hombros caen, la cabeza, el cuello y la espalda se alinean fácilmente. A veces la gente tiende a sentarse mas adelante, a separarse del respaldo de la silla, de manera mas autónoma. De forma instantánea, todo el mundo parece conocer esa sensación interna de dignidad y sabe como encarnarla"

¿Os ha pasado a vosotros también? 



Ayer me obligué, en muchas ocasiones, erguirme con dignidad. Me atreví  a vestir un top corto, que normalmente uso con pantalones de tiro alto, y sin embargo anoche, me los puse con unos mas bajos. Dejé la cintura y la barriga al aire, enemigas en mis propias carnes, tantas vez odiadas y repudiadas en mi, os pido perdón. 

Anoche me obligué a mostrar algo de lo que me había avergonzado toda mi vida sin querer. Sin elegirlo. Porque mi barriga no es normativa. No es plana, no es perfecta. Porque mi cintura no es exactamente igual que las que estamos acostumbradas a ver en todos los medios de comunicación. Pero no por eso, señoras y señores, dejo de ser digna. No por eso he de renunciar a mi. Y anoche no lo hice. Anoche vestí como quise. Con lo que me apeteció. Muchos conocidos comentaron acerca de mi aspecto, sin maldad, sin darse cuenta de que estaban jugando con algo frágil. 
Por suerte fui capaz de sostener esa fragilidad y sacarla del pub intacta a las 7 am. 

No os voy a mentir, en un momento de la noche me justifiqué, flaqueé. "Me consuela pensar, que hay otra muchacha por ahí enseñando mas que yo, y está mas rellenita que yo" Y luego enseguida me di cuenta de que el camino no era ese. No te compares. No las compares contigo, no son el enemigo. Son tuyas. Cada mujer en la fiesta de anoche compartían conmigo la inseguridad, miedos, rechazo de la opinión publica, rechazos a sus propios cuerpos, rabia por tener este o aquel defecto que las alejaba de lo que se pide de una mujer en la sociedad. Perfección silenciosa y obediente.

Hoy, primer día del 2018 cuando me he despertado me he pedido perdón, por esconderme, por pensar que no soy válida, por querer ser de alguna forma determinada para gustar a un alguien determinado. Y creo que he dado un pequeño paso, en el que tendré que reafirmarme muchas veces, para conquistar todos mis pronombres. 


"Quizás lo único que necesitamos es que de vez en cuando nos recuerden que ya somos dignos, merecedores y valiosos. En ocasiones, no sentimos que eso sea así, a causa de las heridas y cicatrices del pasado o la incertidumbre del futuro. Dudo que hayamos llegado a sentirnos indignos nosotros solos. Nos ayudaron a sentirnos poco valiosos. Nos lo enseñaron de mil y una maneras cuando eramos niños, y aprendimos bien la lección"


Y ahora nos toca desaprender. 

Cuidarte también es proclamar que no puedes.

 No puedo sola.  Esto es demasiado complicado.  Necesito ayuda.  Qué buen día para estar orgullosa de todo el progreso que he hecho.  ¿Qué e...