lunes, 21 de marzo de 2016

Calle Albornoz.

Nuestras vidas, en ocasiones, son demasiado irónicas.
Y es que a veces pasa, como en aquel ejemplo absurdo, que tú quieres fotografiar un pájaro.
Resulta que se dan todos los factores perfectos para conseguirlo. 
Tienes una cámara en la mano, tienes un pájaro en frente, quieto, la cámara está encendida y tu dedo índice sobre el botón. Además da la casualidad de que hay luz suficiente para que la foto salga preciosa, no hay ruidos alrededor ni nada que pueda asustar a ese pájaro. Es el momento perfecto, el sitio perfecto y el lugar perfecto. Sabes que vas a conseguir sacar algo nítido, claro, puro. 

Sin embargo, cuando más tarde, en frío, descargas tu tarjeta de memoria al ordenador te das cuenta de que no has conseguido la foto que tan bien habías planeado. 
Te das cuenta de que no has conseguido fotografiar a aquel pequeño y precioso pajarillo que estaba esperándote posado en la fuente. 
No ha salido bien. Nada ha salido bien.  
Y te preguntas qué ha fallado, todo había ocurrido como debió ser, y fue perfecto. Pero te das cuenta de que no tienes tu foto, el pájaro ya no está y aprendes que hay ocasiones en las que, con todo a tu favor, siempre falla algo. 
Tu pulso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuidarte también es proclamar que no puedes.

 No puedo sola.  Esto es demasiado complicado.  Necesito ayuda.  Qué buen día para estar orgullosa de todo el progreso que he hecho.  ¿Qué e...