- Hacía mucho tiempo que quería hablar contigo, tengo algo para ti.
Me mostró su puño cerrado y me pidió que soplase. Me reir y lo hice, dejo de hacer fuerza, abrió la mano y lo que hizo me sorprendió, no había nada. Absolutamente nada. Una mano vacía. Una mano con un anillo.
El mismo que se quitó.
- Este anillo me lo regaló Araceli. Y es el anillo con el que quiero casarme. Pero necesito que me lo cuides hasta que termine mayo.
- Ni loca. Gines, ¿Que dices? - Cerré mi mano en un puño. El la abrió y como si se tratase de la ceremonia mas antigua pero a la vez mas familiar del mundo me lo puso.
Lo miré asustada y me sentí absurda, pequeña. Me sentí insignificante.
El anillo no fue un regalo en ese día, fue un préstamo. El verdadero regalo fue que me dio su tiempo y na promesa. A cualquier hora, cualquier día del año, iba a estar ahí conmigo. Y eso, vale mas que cualquier cosa.
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