viernes, 23 de agosto de 2013

Era la tercera noche consecutiva que aquel pobre hombre estaba tirado en ese rincón perdido, cerca de esa tienda de licores, de esa ciudad en la que se encontraba "El café más bonito del mundo", en aquella ciudad donde el dinero corría de turistas a tiendas de souvenirs como si no hubiera mañana.

Ese hombre tenía, como las otras dos noches anteriores, una pequeña botella de vodka a la que no le quedaba más que un trago. Cada noche esa botella había ido teniendo menos hasta casi consumirse.

Una señora que iba delante mía, con su muy asumida superioridad moral lo miró despectivamente. Después se volvió hacia mi, que aun seguía parada y me hizo un gesto. Era de aceptación.

Señora, quise gritarle en Español pese a que esa mujer probablemente solo hablara húngaro, es usted alguien despreciable, mucho más despreciable que ese hombre. Y además es una ignorante.

Y en ese momento lo comprendí. Cuando alguien está pidiendo en la calle, y se lo termina gastando en alcohol es porque, de verdad lo tiene todo perdido y su mayor esperanza es que una cirrosis se lo lleve pronto, o incluso golpearse en la cabeza al dejarse caer en cualquier portal.

Y ahora si que lo dije, en un absurdo inglés conmocionado.

- "Señora, si yo o usted estuviéramos en su lugar, rezaríamos todas nuestras oraciones por esa botella de vodka"

Y, contra todo pronostico la mujer entró en la tienda de licores, yo no me moví.  Salio a los cinco minutos con otra botella de vodka mucho más grande y se la puso al pobre mendigo lado de la cabeza. Luego me sonrió tristemente y siguió andando hasta que se sentó en un portal dos calles más arriba. Esa mujer también era de la calle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuidarte también es proclamar que no puedes.

 No puedo sola.  Esto es demasiado complicado.  Necesito ayuda.  Qué buen día para estar orgullosa de todo el progreso que he hecho.  ¿Qué e...