Lo miré a los ojos, era transparente para mi.
- ¿vas ha hacerme hablar?
- no voy a dejarte.
Se interrumpió a si mismo dándome un beso. Lo sentí cerca, me gustaba cuando su mano estaba en contacto con la mía... Era tranquilizador, era un calmante, una anestesia, un chute de alguna pastilla. Era mi droga.
- Te quiero. -
Me dijo entre un beso y otro, mi gemido fue una invitación. Podría haberle pedido que parara, que se estuviese quieto. Mi silencio lo incitó a seguir. Y yo, tonta, estúpida y pagada de mi misma... lo dejé hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario