En ocasiones parece que lo único que queda es hacerle hueco a la tristeza. Encender unas velas, echar vino en dos copas y hacerle sitio en el sofá para brindar con ella.
Amiga pasajera, qué bonito sería que no aparecieras tan seguido. Pero es bien sabido que la vida sería muy diferente sin ti.
Que los sueños perderían su tono azul. Que las noches de madrugada entre amigos y risas necesitan su opuesto. Para todo yin, su yan. Para todo blanco, su negro.
¿Por qué todos somos conscientes de que sin la muerte la vida no tendría sentido, pero nos cuesta tanto aceptarla como compañera?
Que bueno que viniste.
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