Es mi forma de decirle que soy capaz de darme cuenta de que las ojeras, debajo de todo el maquillaje, le llegan casi a mitad de la cara, que noto las bolsas de haber llorado por mucho rimel con que intente disimularlo. Es la forma que tengo de recordarle cuanto odia recogerse el pelo en un moño y que eso significa que no ha sido capaz de sacar fuerzas para enfrentarse con su mata de rizos claros esta mañana. Y que lo sé. Que la noto angustiada pero en lugar de imaginarme por qué puede suceder la dejo a ella hablar.
Le agarro la mano mientras le hago la pregunta, manos tensas y frías, con las uñas mordidas a conciencia, como si quisiera desaparecer de la faz de la tierra y esa fuera su forma de empezar. Chasquea la lengua antes de contestarme, como si tuviera miedo a empezar a hablar y no terminar nunca. Y luego arruga un poco la nariz, eso es tormenta, pienso, mucho peor de lo que pensaba cuando la he visto llegar arrastrando los pies como quien carga una losa imaginaria sobre su espalda.
- ¿y? - le insisto un poco con media sonrisa. Por fin se decide.
+¿la mentira corta o la verdad larga?
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