Sin embargo, es complicado habituarse a una serie de condicionantes que no valoramos al trabajar fuera de nuestra casa. Si tenemos que salir de casa para trabajar por lo general adquirimos una serie de hábitos que son beneficiosos para nuestra salud.
Por ejemplo, un día normal suena el despertador, te levantas, desayunas, te duchas, te lavas los dientes, te vistes, es posible que te eches crema, te afeites o te maquilles, y cuando acabes ese ritual salgas a la calle para llegar a un tiempo determinado al trabajo. Entras, te relacionas con otros compañeros que tienen puestos similares al tuyo (o no) y trabajas.
Para una persona que trabaje desde casa ese periodo de 1h que dedicamos a desayunar y asearnos puede quedar reducido a: te suena el despertador, remoloneas porque no te has puesto una hora fija para trabajar, te quedas en la cama, cuando te levantas a las dos horas te asalta un remordimiento de conciencia porque es tarde, por lo que te levantas apresurado, te echas un café recalentado en el microondas y te sientas delante (normalmente) de tu ordenador. Cuando llegas sientes la necesidad de decirle al mundo... "buenos días, ya estoy aquí una mañana mas" y entras en fb para materializarlo. Ya tenemos los primeros 20 min del día perdidos (otra vez).
Cuando te pones a hacer algo productivo te encuentras con que son las 11:28 de la mañana y que tu creatividad está tan muerta como las algas que llegan a las playas desde el mar. Y aquí puede empezar un hermoso camino de divagación sobre tus ultimas vacaciones, y lo bonita que era la casa, y lo desordenada que está la tuya, porque claro, no tienes tiempo para nada, y tu (inserte nombre aleatorio de compañero de piso: pareja, hijos, hermanos, mascota) no valora la limpieza tanto como tú y acabas con ganas de salir corriendo.
No sabemos cuanto impacto puede tener a largo plazo trabajar desde el hogar dulce hogar, sobre todo cuando por razones de espacio no tienes un despacho fijo, o algo parecido. Lo que si está claro es que hay una serie de reglas que no podemos dejar de tener en mente si nos aventuramos en esta nueva odisea.
Tus horarios:
Como hija de autónoma he comprobado de primera mano la veracidad de la frase que dice: "los autónomos nunca descasan". Sin embargo, todo el que trabaja en casa ya no es autónomo, y aunque lo fuera, hay que priorizar, trabajamos para vivir, no vivimos para trabajar.
Esto me lleva a hacer una apreciación: es posible que no hagas una gran fortuna de aquí a que acabe tu vida a no ser que
a) te toque la lotería (suerte con eso, o al menos intenta no arruinarte comprando los cupones)
b) una herencia tan desorbitada que te quede algo cuando hacienda se lleve su parte.
c) Inesperadamente se te ocurra una idea increíble, seas capaz de desarrollarla, hacerla factible y vendersela a una multinacional.
Pero, seamos sinceros, mejor hacernos a la idea de que lo que cuenta no son las cosas que acumulamos en vida, sino como vivimos nuestra vida, y hacernos a la idea de que menos es mas es una de los grandes avances de la mente humana.
Continuando con los horarios; hay que marcar unas horas en las que seamos productivos. Para ello hay que preguntarse una serie de cosas ¿Qué jornada quieres echar? Porque quizás tu ideal de trabajo es de 6 horas y media al día y, si estas empezando, puede que no sea una buena idea un horizonte tan bajo, ¿Cuando eres mas productivo? no sirve de nada que te levantes a las 5 de la mañana para acabar a las 14:00 cuando las 4 primeras horas vas a estar como un zombie aporreando el teclado. Tira de tu etapa de estudiante, eras de los que se quedaban hasta tarde la noche antes del examen estudiando, o de los que sabían que eso era perder el tiempo y se levantaban mas temprano para repasar ¿? Puede que eso te ayude a saber en qué momento del día serás mas útil para ti mismo y tu negocio. O es posible que tengas una gran familia y quieras adaptar tus horarios a los suyos para pasar tiempo con ellos. Adelante, eres libre. Siempre y cuando no:
- Te saltes tus horas de trabajo.
- Respetes tu tiempo de descanso.
- Las horas que uses en trabajar realmente se centren en trabajar y no en bucear por el misterioso y adictivo mundo de las redes sociales.
Tu espacio.
Cuando trabajas en una oficina has de ser consciente de un factor que quizás no asimilamos. Hay limpiadores, y cuando tu terminas tu trabajo comienza el suyo. Por si no lo sabías estos trabajadores tienen la tarea de limpiar tu mierda cuando no estás, de forma en que tengas un espacio de trabajo (sino ordenado) al menos limpio, y que no se acumule el polvo en los archivadores y el aire sea respirable.
Puede ser que tengas un despacho móvil en tu casa, que a ratos trabajes en la mesa de la cocina y que luego desplaces el portátil al salón, o puede que trabajes mejor en la mesa de la terraza. Sin embargo, tener varias zonas susceptibles de ser tu despacho no solo le da al cerebro la idea de inestabilidad sino que te impide ver realmente la mierda que se acumula a tu alrededor, tendremos siempre una vía alternativa a ponernos a limpiar, si la cocina está sucia seguro que el salón está un poco mas recogido, nos dirá nuestro perezoso interior, de forma que huiremos del problema, la suciedad, en lugar de encargarnos de ella. Incluso cuando tenemos un despacho propio en una habitación con puerta incluida, sentimos la necesidad de huir del problema.
Lo que tienes que entender es que tu hogar sigue siendo tu hogar y el hecho de que trabajes en él no te da la excusa perfecta para dejar abandonada su limpieza.
- Mantén tus cosas ordenadas.
- Limpia a fondo tu espacio de trabajo al menos una vez por semana.
- No dejes que se acumule la basura en tu mesa.
- Puedes incluir la limpieza de tu zona de trabajo dentro de tus horarios pre-establecidos de forma en que, por ejemplo, el miércoles de las x horas de trabajo que te planifiques, la ultima o la primera hora y media sean de limpieza general.
Tú.
El hecho de que nadie te vea trabajar desde tu casa, o que en tu casa no tengas, por ejemplo, la costumbre de vestirte o calzarte los pies, puede suponer la perdida total de tu imagen corporal. Cada cual dentro de su estilo todos seguimos (espero que sea así) una serie de reglas básicas, como por ejemplo: después de darse una ducha nadie se pone la misma ropa interior sucia que acaba de quitarse, creo que todos tendemos a optar por una prenda limpia. O antes de salir de casa para el trabajo nos lavamos los dientes.
Si trabajamos desde casa podemos optar en el... nadie me ve, nadie va a olerme el aliento, en cualquier momento tomaré un te, no es necesario lavarme los dientes. De esta forma tendemos a ir, cada vez mas, descuidando nuestra imagen corporal, por lo que al mirarnos a un espejo no veremos a la persona llena de potencial que solemos imaginar, sino a una persona parecida a un estudiante un domingo de exámenes con resaca. Mala cara, mal aliento, posiblemente un chándal o algo parecido, unos calcetines y unas chanclas, todo junto.
¿De verdad hay alguien en el mundo que no sea consciente de que lo que vemos en un espejo al mirarnos dice mucho de nosotros mismos? Según lo que veamos podemos sentirnos de una forma u otra.
Si vas a una entrevista de trabajo vestido como una persona seria, responsable, formal, elegante te sentirás mucho mejor que si apareces con un chándal y el pelo sucio. De hecho, la otra persona verá de ti lo que le muestres, al igual que te juzgará por tu aspecto. En este tema es muy similar. Para por un momento e imagina verte desde fuera, sin un espejo, mírate como si fueras google maps, girate sobre tu eje y dime qué pensarías de ti si no fueras tú.
Quitando los desajustes de autoestima y falsa modestia... quizás veas a una persona atractiva, quizás no, quizás veas a alguien que necesita cuidarse un poco, hacer algo mas de ejercicio, asegurarse de que su ropa está limpia, quizás veas a alguien pulcro o a un autentico desaseado. Este ejercicio lo hace tu subconsciente por ti continuamente, cada vez que te reflejas en un espejo, le envía señales a tu cerebro sobre lo que ve, y así te sientes. Nuestra imagen, nuestra marca personal, es muy importante en nuestra vida laboral, quizá demasiado.
Así pues, toma conciencia de cómo te muestras a ti mismo y cómo eso te hace sentir y recuerda...
- No descuides tu rutina personal, aséate como si fueras a salir a la calle.
- Usa ropa cómoda pero bonita durante tus horas de trabajo, cuando termines, cámbiate.
- Mantente alejado de hábitos que no harías en la oficina de tener a tu jefe detrás observándote, no pares cada 15 minutos para fumarte un cigarro, no bebas en tus horas de trabajo, cuida tu postura (tu espalda lo agradecerá).
- No temas mirarte al espejo antes de trabajar y admirar el buen aspecto que tienes y lo bien que te sientes contigo mismo.
Ante todo, lo mas importante es sentirte útil, activo y con una meta clara. Y... si aun no te has decidido a hacerlo pero es un paso que quieres dar, aquí tienes una guía que puede servirte de ayuda, ¡ánimo y adelante!
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