Y es que el verano sienta bien a todos por igual.
No solo por el calor y el sol, sienta bien porque desconectas, y en este mundo en el que todos vivimos tan conectados, desconectar no es mas que volver a ti mismo, volver y darte cuenta de lo que has mejorado a lo largo del año. Ser consciente de tu persona y de los que te rodean.
Los veranos curan cicatrices, cierran etapas, por aquello de que desconectas.
En verano te relajas y aprovechas para leer.
Pero leer de verdad, no hablo de correos, what´s upp o comentarios de fb.
Hablo de coger un libro nuevo, en papel, abrirlo y acercar tu nariz mientras te maldices a ti mismo por no haber hecho ese gesto mas a menudo durante el año.
El verano consiste en valorar lo que tienes el resto del año, ya que, parcialmente lo pierdes. Cada uno busca a su familia, vuelve a su tierra, a sus raíces. Y es curioso porque el otro día leí algo, en un libro magnifico, PALMERAS EN LA NIEVE, de Luz Gabás (muy recomendable), sobre las raíces, y es algo de eso que apuntas para que no vuele en tu despistada memoria:
"Además, las raíces de una persona no son objetos físicos que se agarran a la tierra como las de los árboles. Las raices se llevan dentro. Son los tentáculos que se extienden a lo largo de nuestras terminaciones nerviosas y nos mantienen enteros. Van contigo a donde tu vas, vivas donde vivas"
Ni siquiera el que se halle en posesion de la verdad podrá negarme lo acertado que es ese párrafo, y lo bien que consuela a todos aquellos que nos sentimos forzados a permanecer en el lugar de origen y no volar porque nos sentimos en deuda con lo que amamos de nuestra tierra. Gracias Luz.
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