lunes, 8 de diciembre de 2014

Lo fatal. Ruben Darío.

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, 
y más la piedra dura, porque esta ya no siente, 
pues no hay dolor mas grande que el dolor de ser vivo, 
ni mayor pesadumbre que la vida consciente. 

Ser, y no saber nada, y ser sin umbo cierto, 
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto, 
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos, 
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, 
¡y no saber adónde vamos, 
ni de donde venimos...!


Y sin embargo yo soy la tonta que no ve mas gozo que en sentir, en que las terminaciones nerviosas vibren transmitiendo impulsos. Sentir dolor porque te hace estar vivo. ¿Podéis imaginar una vida sin sentimiento? Los grandes suicidas de esta humanidad no tenían nada dentro, se sentían vacíos. Al menos el dolor te hace fuerte, luchas contra el y lo domesticas. Pero cuando no tienes nada con lo que trabajar... ese ser inmóvil, ingesto, indivisible de Parménides. ¿Que haces con eso? 

Os deseo que sintáis. Que sintáis muy fuerte y a todas horas, no solo cosas malas, preferiblemente las buenas pero que no pongáis barreras a las lágrimas o a las risas por no estar en el lugar, por la gente o por vosotros mismos. Porque los atascos emocionales son aquellos que no se te hacen largos, se te hacen inacabables. Eternos, que no es lo mismo que inmortal. Porque cuando algo es inmortal empezó y no acaba pero tienes lo que había antes de que empezara para agarrarte a eso. En cuestión de sentimientos algo eterno es como si nunca hubieses sentido nada, y debes volver a la constante tarea de reconocerte en ti mismo, otra vez. 

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