Yo seguía intentando contenerme, portarme bien, no hacer nada en lo que tuviese que pensar al día siguiente. Parecía que habíamos ganado pero la noche dio para mucho.
Nunca una caricia a un tacón había quedado tambien, Ni me habían "calentado" la oreja a halagos de esa forma, el contoneo de mis caderas invitanban a avanzar pero a la vez jugaba a tener una inocencia que nunca me había pertenecido.
Lo estaba consiguiendo, lo había conseguido, me había contenido, pero no.
Cuando cogió el telefono, celosa de que en mi despedida épica estuviese prestandole mas atención al móvil que a mí algo me agarro por dentro, Me acerque a su cuello y mordí.
Y... ¡oh Dios mío! Me asustó lo que vi nacer en sus ojos, había despertado al cazador que ambos llevábamos dentro y no iba a parar hasta tener mi boca sobre la suya y sus dientes sobre mi piel.
Las consecuencias pudieron ser peores, los recuerdos me los quedo yo.
Solo sé que al llegar a casa aun sentía sus dedos haciendo cosquillas en la parte baja de mi espalda, y sus labios curvados en una sonrisa, Sus caricias sobre la suave piel de mi escote y sus ojos posados en mi diciendo que nunca me iba a dejar marchar.
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