Estaba sentada con el portátil entre las piernas, después de un día de mierda y unas cuantas broncas, cuando llegué. Me miró y me sonrió y volvió la vista al ordenador, sabía que estaba allí. Podía notar cuando me encontraba intentando acariciarle el pelo o hacerle cosquillas de nuevo como cuando era niña. Me senté detrás suya, en el hueco que había en la cama y la abracé por detrás. Puse la barbilla en su hombro izquierdo y pese al leve roce ella lo sintió e inclinó la cabeza hacia la derecha para dejarme ver lo que estaba escribiendo.
Mi niña, mi pequeña niña... La echo de menos y por eso bajo a verla muy a menudo. Era tan feliz. Últimamente se encuentra sola. O al menos es lo que desprende su alma. Está rodeada de gente pero a la vez vacía. Y no sabe como remediarlo.
Se ha movido para bajar la persiana, sé que no quiere que me vaya. No sé si esto esta bien o ni si quiea si ella debería saber que estoy aquí pero ella siempre ha sido especial... Estoy subiendo los dedos por su espalda haciéndole cosquillas. También lo nota. A estas alturas no se lo que pasa.
Tengo que irme. Abandono la habitación sin saber si yo estoy demasiado viva para estar muerta o es ella la que está muriendo en vida.
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