domingo, 19 de abril de 2020

Si fuera capaz de pintar, si mis manos me respondieran de forma en que pudiera trazar bocetos comprensibles para el ojo de cualquier espectador. Creo que hoy solo me saldría dibujarte a ti. 
Una escritora plasmó una frase parecida a "no somos capaces de disfrutar de un atardecer" 
y mi cabeza en este instante decidió viajar al pasado. Volver al Palmar. A una tarde estrenando abrigo. Porque estábamos en Conil y tú querías ver el mar. 
El mar y tú. Tú y el mar. 
Y yo por medio siempre. Como una intrusa, antes sospechada, ahora confirmada. 

Mi mente ahora ha decidido llevarme a la misma playa, un año o dos mas tarde. 
Lugar en el que fui feliz, en el que tenía que ir a encontrarme de nuevo. 
Qué pesadilla de mi. 
Girar por todas estas curvas, cuando yo solo quería dejar constancia de que hoy te siento, aunque probablemente no debería, especialmente cerca:
Conmigo, aquí. 

Será simplemente que todo este tiempo que tenemos para pensar está haciendo mella. 
Y esta primavera tan mía está haciendo que me destape las heridas, que aun escuecen, porque siguen supurando pena. Esto ni rima, ni falta que hace. 
¿Sonido? 
Vamos a ver. 
Acaso quieres que sepa dulce, ¿o salado? 
Toca el olor de lo que no puedes tener. 

domingo, 12 de abril de 2020

Es curioso volver a esos libros que nos marcaron. A esas pelis que durante una temporada se convirtieron en nuestras favoritas. A esas canciones que marcaron los años que consideramos los mas felices de nuestra vida.

Y vernos desde este "yo" que somos ahora. Vernos desde aquí, desde esta orilla una vez cruzado el puente que pensamos que era demasiado grande o aterrador para nosotros. Después
de superar esa época que no sabríamos que vendría.

Somos capaces de mirar el traje en el que nos encontramos revestidos. Y disfrutar de nuevo a través de esta nueva forma de mirar, porque los ojos son los mismos, quienes éramos y hasta donde hemos llegado. Cómo lo veíamos en esos momentos  y qué opinión nos merece todo ahora.

Volver a lo que amamos en su día para reconocernos en las páginas gastadas de un libro de Harry Potter. Y ya no importa el libro. Ya solo eres capaz de, como si se tratara de un espejo, ver al niño que fuiste. Inocente, con la ingenua espera del que cree que la magia existe. Con el dulce miedo del que se sumerge en este mar que son tus letras. Con la amable intriga del que no juzga solo absorbe.


Que curioso es volver a aquella persona que fuimos, y aprender.

domingo, 5 de abril de 2020

Desde nuestra ventana.

                                     

Y dejó de importarnos lo que nunca debió cobrar tantísima relevancia en nuestras vidas.
Las prisas se quedaron atascadas en la puerta de entrada, dejaron de caber en este remanso de paz en el que todos los días empezaban bien.


La gente comenzó a dormir las ocho horas de sueño que merecían. El despertador dejó de ser enemigo para convertirse en emisario de buenas noticias, comenzaba un día nuevo. Los moradores de este planeta llamado tierra empezaron a comer sentados en una mesa, en lugar de hacerlo corriendo de camino a cualquier parte, en un metro, en un bus, en un coche, en la barra de cualquier bar engullendo sin saborear.

Las personas que convivían empezaron a tener tiempo para darse los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches. Y en ocasiones también hacer que éstas ultimas sucedieran. Los padres comenzaron a escuchar a sus hijos, y los hijos por fin se sintieron prioridad de sus padres. Los vínculos se estrecharon como si las familias enteras se hubieran ido de vacaciones a un campamento, en el que todos los días eran iguales pero se podía aprender algo diferente.

¿Cuando le vendimos nuestra alma al diablo? 

¿Cuántos de nosotros necesitábamos este parón para resurgir? Creo que la mayoría, por no decir todos. Encontrarnos en una situación de inmovilidad tal, cuando nuestro mundo consiste mayoritariamente en hacer en lugar de en ser. 

Pero este parón nos queda grande. A ti, a mi, a todos. 
Demasiados errores a los que darle vueltas. Demasiadas decisiones que podemos tomar ahora que estamos en la inacción absoluta. 

"En tiempos de cambio, no hacer mudanzas" decía una mística del cristianismo, y ahora miro esa frase que me dijeron ayer ante una rotunda decisión que había tomado y me pregunto por qué, precisamente, si esos tiempos de cambio no son los ideales para esas mudanzas. 

Porque quizá la vida nos los pone delante para que hagamos exactamente eso que - si todo siguiera igual - nunca nos atreveríamos a hacer. Dejar ese curso que tanto nos satura, cambiar de trabajo, de casa, de vida, de hábitos, de pareja, de deporte... 

Posiblemente nos tomamos demasiado en serio las decisiones que tomamos, y esto no significa que no sea importante tomarlas, simplemente darnos cuenta de que la mayoría de ellas las tomamos o no por cobardía, orgullo o una mezcla de ambas. Y que siempre siempre se puede volver atrás. Volver a empezar. 

Si somos capaces de darnos cuenta, de que la vida no es tan seria como aparentamos que sea: todo mejora. 

Y así, cuando nos digan que tenemos que dejarlo todo, ponerlo en pausa, terminarlo antes de tiempo... cuando corten de raíz nuestras rutinas, no habrá pesadillas que nos acechen. Solo la tranquila aceptación de que es lo que nos ha tocado vivir... desde nuestra ventana. 








Cuidarte también es proclamar que no puedes.

 No puedo sola.  Esto es demasiado complicado.  Necesito ayuda.  Qué buen día para estar orgullosa de todo el progreso que he hecho.  ¿Qué e...