jueves, 30 de agosto de 2018

Conocerse o morir.

Una noche en una ciudad de España. Una terraza cualquiera y dos amigas sentadas con sendos vasos de cerveza. Habían terminado una botella de vino hablando de temas del corazón. Y como les encantaba ir por derroteros diferentes, entremezclaban conversaciones tirando del hilo para llevarla cada una a su terreno.

Inesperadamente salió una frase "vale, describete en tres palabras". Ante una de ellas contestó tres adjetivos sobre la marcha y la otra permaneció callada. Sin saber qué decir. Siendo consciente de que nunca se había parado a describirse en tres palabras. Que era algo que hacía mucho tiempo tenía en su lista de cosas pendientes.

A raíz de estas dos amigas me paro a pensar en la de personas que han intentado, a lo largo de años y años conocerse con poco éxito. O incluso las que no lo entienden como una prioridad indispensable para el ser humano. Gente que pasa por su vida sin saber quien es. Gente que no se da cuenta de que la vida no se puede vivir al 100% sin ser consciente de quienes somos. De qué cualidades, qué condiciones albergan nuestros corazones.

¿Cómo es nuestra alma? 


Desde el principio del raciocinio lógico el ser humano ha pretendido darse explicaciones para preguntas que nos atormentaban a todos incluso a día de hoy. ¿Quién soy yo? ¿Por qué estamos aquí? ¿Hay una fuerza creadora o simplemente somos producto de una serie de casualidades? (demasiadas casualidades han tenido que darse, ¿no crees?). 

Los pocos que han sido capaces de responder a estas incógnitas, aunque fuera parcialmente, han tenido vidas llenas de plenitud. De felicidad interior. Vidas que no han necesitado un éxito visible para otras personas porque han vivido para ellos mismos, pero no de una forma egocéntrica, han vivido siendo consciente de que son lo más importante que tienen. Gracias a un alma "sana", un alma consciente de quien es, pueden relacionarse con otras personas. Pueden vivir. Y a partir de que viven, son capaces de darse a los demás, son capaces de amar a otras personas, de relacionarse con ellas marcando la diferencia con otros seres humanos, son capaces de cambiar el mundo (pero este es otro tema). 

Es parecido al adolescente que crece y una vez adulto se da cuenta de que es mortal. Que tiene que cuidar su cuerpo porque es la única forma conocida que tiene de estar en el mundo. 

Porque no lo olvidemos:      No tenemos un alma, somos un alma, tenemos un cuerpo

Y es precisamente a raíz de ser consciente de este descubrimiento cuando inevitablemente ha de nacer en la persona una inquietud por sí misma. Una sana pasión por descubrirse, por saber quien es, cómo siente, qué le gusta, qué no le gusta. Y de este ultimo aspecto nacerá la conciencia de la necesidad de transformación, pero esto también es otro tema. 

Un tema que no puede llegar de no ser porque estemos dispuestos a aventurarnos en el autentico desafío de conocernos a nosotros mismos. De enamorarnos poco a poco de quienes somos, de sentir fascinación por las cosas que nos hacen vibrar, de las cosas que nos excitan, de las cosas que nos producen rechazo, de lo que nos da placer y de lo que se clava entre nuestras costillas como un punzón. Y no nos equivoquemos, este proceso no termina nunca, servidora aun no tiene muy claro muchas veces como continuar, cómo indagarse. Sin embargo siempre me ha gustado probar distintos métodos. 

Uno de ellos ha sido aquel de responder las mismas preguntas en diferentes momentos de mivida, de hecho recientemente he encontrado un aplicación que trata sobre eso. Te hacen una pregunta diaria que puedes responder o no, después de un año las preguntas se repetirán y te mostraran qué contestaste el año anterior. De forma en que quizás, cuando pasen 3 o 4 años podrías descubrir un patrón sobre ti mismo. Sin embargo, es posible que para ese entonces te hayas aburrido... además, ¿imaginas poder obtener un patrón? en algunas cosas estaría bien, pero en otras... significaría que llevas años actuando de la misma forma sin dar lugar a tu crecimiento...

"El cambio es lo único constante en nuestras vidas", es cierto, y quizás hacía años odiaba el coco pero de repente lo como un día cualquiera por equivocación y descubro que me da la vida y cómo pude estar tantos años renunciando a algo que estaba tan tremendamente bueno. (No es mi caso, muerte al coco)

En cuanto al maravilloso mundo de preguntarse a uno mismo, creo firmemente que es de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. Gracias a las preguntas nos hacemos pensar. Conseguimos un esbozo de nuestra forma de ser y aunque esta cambie seremos capaces de reconocer nuestra esencia. Sí, tu también tienes de eso.

Bicheando por el maravilloso mundo de internet (JÁ) para escribir esto que ahora tú estás leyendo he encontrado numerosas páginas que presentaban una serie de preguntas para conocerte. He probado a hacer algunas, evidentemente esto ha llevado un cierto tiempo y una capacidad de silencio personal que no todos tenemos desarrollada (yo tampoco, por eso, en mi caso, puse música y encendí una vela).

En primer lugar me dediqué ha hacer un test de autoconocimiento, sin embargo, resultó parco en las preguntas y exigió un nivel de esfuerzo de un test de una revista para adolescentes. Menos mal que constaba de 30 preguntas. No está mal para echar unas risas o calentar motores.

Después, mi segunda incursión fue en un mundillo llamado "coaching", 20 preguntas supuestamente útiles para el conocimiento del "cliente" (oh, de verdad llamamos así a las personas) y su capacidad de mejoría y cambio en cuanto a sus interacciones sociales. Es decir, si eres un recién graduado en cualquier carrera en el ámbito empresarial éste es tu blog, sin embargo, no creo que sea muy útil en cuanto a auto conocimiento personal/espiritual.

Aunque infructuosas, mis primeras búsquedas no mermaron mi espíritu, sabía que por alguna parte había algo que podía compartir y que realmente podía servir de contenido interesante para alguien. (Sí es que alguien se para a leer esto alguna vez). Y encontré dos minas interesantisimas.

La primera nos permitía hacernos preguntas muy básicas pero que podían arrojar un poco de luz a esto que tenemos tan abandonado como podemos ser nosotros mismos. Preguntas simples, fáciles de contestar y que sin embargo nos ayudaran a abstraer cualidades o características de nosotros mismos. Una gran ayuda en el proceso de conocerse, respetarse, quererse, amarse y disfrutarse a uno mismo.

Y por último (Por el momento me pareció suficiente hasta la próxima vez que vuelva a la carga) está este blog: que divide las preguntas entre el ser, el sentir, el pensar y el hacer. Estas preguntas son mas complejas y requieren un poco mas de tiempo si es que no queremos contestar lo primero que nos pasa por la cabeza. 

Por mi parte, os dejo algunas con las que solía (y suelo) comenzar cada vez que empiezo un diario nuevo, no responden a ningún análisis meticuloso ni a una serie de estudios estadísticos, son preguntas que siempre me ha parecido necesario poder contestar y que cuando vuelvo a ellas me hacen reír y darme una palmadita mental en la espalda siendo consciente de que por mucho tiempo que pase puedo sacarme una sonrisa ladeada a mi misma.



Nombre: 
Edad:
¿alguien indispensable? (con el tiempo he descubierto que la única respuesta posible a esto es: yo misma) 
Un idioma: 
Un poeta: ¿venga ya, en serio no tienes ningún poeta preferido?
Un libro:  ¿Difícil eh?
Un beso:
¿Amor? 
Una materia de conocimiento: 


 Cosas que, por muy absurdas que parezca, nos definen. ¿Y tú? ¿Sabes ya cual es tu esencia? 

viernes, 17 de agosto de 2018

Bienvenida contra-adolescencia.

Hace algún tiempo que lleva rondando por mi cabeza una señal de alarma. Ese tipo de alarmas que tienes no sabes muy bien porqué y que asemejas al piloto rojo encendido en el cuadro de mandos del coche. A raíz de esta alarma interna, he intentado sentarme y saber qué pasaba y cuando he intentado silenciar mi mente he sentido retenida mi capacidad de pensar en un tema abstracto sin que me doliera la cabeza. Esto me ha llevado a preguntarme ampliamente y constantemente el por qué. Entonces di con la tecla: me encontraba totalmente absorbida por las redes sociales.

Facebook, twitter, instagram... se había convertido en un obligado en mi vida. Como comer, respirar, o dormir, esas pestañitas martilleaban mi mente siendo lo primero que consultaba al despertar y lo ultimo que me llevaba a la cama. Había dado un taller a los jóvenes del campamento al que fui de voluntaria sobre los peligros e inconvenientes de las redes sociales. El tiempo que nos quitaban, la vida que nos robaban. Y no me había dado cuenta de que yo era victima del sistema que denunciaba, por mucho que las usara de forma "pasiva". Sin compartir muchas cosas, o sin poner extensos comentarios sobre mi vida.

En esta vorágine emocional estaba cuando encontré, sin quererlo y por casualidad un artículo cuyo título rezaba así: Por qué he dejado Facbook. 

Y no me di cuenta hasta que me puse a leerlo, de lo identificada que me sentía con cada una de las palabras de su autora. Era absolutamente brutal.Uno de los principales problemas que observaba, como bien dice en el articulo era mi imposibilidad de escribir.  Acostumbrada a encasillar mis pensamientos en unos cuantos caracteres para hacerlos accesibles, por encima de todo a mi misma; me daba cuenta de que era incapaz de hilar mas de cuatro párrafos seguidos sin tener las manos en la boca y la necesidad de destrozar, una a una mis uñas, en ese habito tan horrible y que tanto tiempo llevo intentando abandonar.

Al leer el articulo, ademas, ponía nombre y sentimientos a esa ansiedad que me acompañaba continuamente en cuanto tenía un momento de calma. Mi corazón me pedía estar sola y mi mente me impulsaba una y otra vez a cotillear las vidas virtuales de la gente que tenía en redes sociales para sentirme inmersa en la vida social. Una buena contradicción, ¿no es cierto?

Ante todos estas evidencias no he tenido mas remedio que aceptar el encabezado del articulo, llevaba mucho tiempo siendo consciente de que existía un problema, que quería borrar mi facebook, así como el resto de mis redes sociales.



Las alarmas que tenemos en nuestro interior no mienten. Están ahí por algo, nuestro cuerpo es lo suficientemente inteligente como para permitir que sigan existiendo y nuestra mente lo suficientemente cómoda como para ignorarlas sabiendo que la recompensa a corto plazo (información corta, fotos bonitas, a trocitos, atractiva(s), nuestra droga) se nos acabará y tendremos, durante un periodo, un cierto síndrome de abstinencia.

En este periodo me encuentro yo, día 1 sin redes sociales. Ayer borre mis cuentas de facebook  y de twitter. La de instagram la desactivé hace unos 15 días. Esas aplicaciones ya no están, ni en mi móvil, ni en mi escritorio de google. Y me he sorprendido dos veces poniendo en el buscador "facebook" y "twitter" para reírme de mi misma al recordarme de que...eso ya no existe. Al menos en 14 días dejará de existir si no lo recupero antes.

Quizás supere estos 14 días de ventana sintiéndome invencible, quizás recupere mis cuentas antes de que se borren permanentemente, quizás llegue el invierno mi yo futuro odie a mi yo presente por haber sucumbido a esta oportunidad para mi, pero... creo que he de ser responsable con el contenido que consumo. Con las horas que dedico a mi ocio, ya que son pocas, y con la forma en la que quiero vivir.

Hoy me he decidido, por fin, a seleccionar las fotos que llevo años queriendo imprimir, he buscado una página web y es posible que para esta tarde me decida a apretar el botón de "confirmar". Además he terminado un mandala que llevaba coloreando desde principios de julio, y me siento completamente realizada al ver a ese león completamente coloreado. También he preguntado a mi madre por aquello que me comentó una vez de... bordar las iniciales en las almohadas. Quizá este solo sea un pequeño paso que no lleve a ninguna parte, o quizás sea una decisión de la que me enorgullezca cuando pase un numero de años. Pero ahí está. Como decían en el que puede ser mi libro favorito... "no tomar ninguna decisión es tomar una muy grande". Y creo que estoy cansada de que el mundo decida por mi.


Cuidarte también es proclamar que no puedes.

 No puedo sola.  Esto es demasiado complicado.  Necesito ayuda.  Qué buen día para estar orgullosa de todo el progreso que he hecho.  ¿Qué e...